miércoles, 23 de mayo de 2012


Dialogo:
El Gato y el Ratoncito

¡Qué lindo y gracioso eres! – le dijo el gato micifuz a un pequeño ratoncito.
-       Ven conmigo, ratoncito lindo, ven…
-       ¡no vayas! – le dijo la mama ratona.
-       Tú no sabes las mentiras que dice ese gato para atraparte.
-       Ven pequeño, ven – insistía el gato.
-       ¡Mira este rico queso y este jamón que tengo para ti!
-       No vayas, hijito. Se prudente.
Si obedeces lo que te digo no te arrepentirás, decía mama ratona.
-       ¡bah! No le creas. Mira te daré este biscocho-continuo diciendo el gato.
-       Déjame ir mamita, el solo quiere regalarme comida es mi amigo- suplico el ratoncito ingenuamente.
-       Te repito hijo, no debes creer en él – dijo angustiada la mama ratona.
El ratoncito salió al encuentro con el gato.
-       Al instante grito muy asustado! ¡Mama socorro!, ¡el gato me quiere comer!
Corrió hasta su cueva y le pidió perdón a su mama por haberla desobedecido.



Narración:

En un pueblo lejano vivía un señor que tenía una tienda. Se llamaba don Lalo y tenía muy mal genio.
Cuando un niño iba a comprar caramelos o galletas, se los aventaba, le gritaba y le daba lo que él quería y el niño no podía reclamarle nada.
Por eso, a los niños no les gustaba que sus mamas los mandaran a comprar a la tienda de don Lalo; siempre les daba menos de lo que pedían y luego sus mamas los regañaban.
Un día varios niños del pueblo fueron a jugar al rio y vieron que un viejito se estaba ahogando; lo salvaron entre todos y el viejito les dio las gracias y les dijo que por ser tan buenos niños les iba a conceder un deseo, el que ellos le pidieran.
Los niños le contaron lo que sucedía con don Lalo y le pidieron al viejito que le quitara el mal genio. Este les dijo que ya no se preocuparan, que desde ese momento don Lalo siempre iba a estar de buen humor.
Y así fue; desde ese día, cuando los niños iban a comprar a la tienda de don Lalo el siempre los trataba muy bien y hasta les regalaba dulces o les daba más de lo que ellos le pedían.
Cuando los niños buscaron al viejito para darles las gracias ya no lo encontraron; pero siempre lo recordaron por haberles concedido su deseo.





Descripción:

Un chico llamado Luisito cadalso, era bastante mezquino de talla, corto de alientos, descolorido, como de ocho años, quizás de diez, tan tímido que esquivaba la amistad de sus compañeros, temeroso de las bromas de algunos, y sintiéndose sin bríos para devolverlas. Siempre fue el menos arrojado en las travesuras, el más soso y torpe en los juegos, y el más formal de la clase, aunque uno de los menos aventajados, quizás porque su propio encogimiento le impidiera decir bien lo que sabía o disimular lo que ignoraba


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